Tenemos por delante una semana muy festiva, celebrando por todo lo alto el Día del Libro.
Roald Dahl se está paseando por el Cole con muchos de sus libros, gracias a todo lo que estamos trabajando.
Y por todo el centro se respira un aroma a chocolate que se desprende de esa fábrica que tenía tan ilusionado a Charlie, ¡y a nosotros también!, que nos tiene a todos "trastornados".
Libros y chocolate... ¡Qué buena combinación!
En la clase de Reli festejamos la Biblia.
Y lo estamos haciendo con una parábola de la Palabra de Dios y el chocolate.
"Es más deliciosa que el chocolate". (Salmo 119, 103 adaptado para la ocasión)
No hace daño... Es antialérgica... No produce irritación... No engorda...
Es eterna... No caduca... No se echa a perder...
Viene con diferentes texturas y sabores...
Quiere nuestra felicidad...
Es infinita... Hay para todos...
Pero, ojo, no es para zampársela de golpe, sino para irla saboreando toda una vida, saboreando y poniéndola en práctica a tope y lo mejor posible, para nuestro bien y el bien del mundo. Se debe leer despacio. No muchas páginas a la vez. Al leer, como al comer, lo que importa de verdad no es leer y comer mucho, sino digerir lo que se lee o lo que se come. Y la Palabra de Dios es para hacerla nuestra, no para sabérsela de memoria.