EL DÍA 25 DE ENERO SE REABRIÓ,
DESPUÉS DE DOCE AÑOS DE REHABILITACIÓN,
NUESTRA CATEDRAL EN LA LAGUNA.
Y DURANTE DOS DÍAS NOS BRINDÓ
JORNADAS DE PUERTAS ABIERTAS
PARA VISITARLA.
Y NOS RECIBIÓ CON ESTA CARTA
QUE NO SÓLO VALÍA PARA ESOS DOS DÍAS
SINO TAMBIÉN PARA HOY,
EN QUE SE ESTÁ REABRIENDO AL CULTO,
Y PARA CUALQUIER MOMENTO
DE NUESTRA VIDA.
"Hola. Bienvenid@ a casa.
Pasa, no dejes de pasar. De nuevo vuelven a abrir mis puertas grandes y anchas para que puedas entrar y recorrer mis naves, detenerte ante los retablos o arrodillarte a los pies del sagrario que contiene lo más valioso de mí. No sé muy bien que vienes buscando, pero ojalá lo encuentres, ahora que, desde que el Papa Pio VII en 1819, me erigió como templo madre de la Diócesis o como casa común, o como edificio emblemático, da igual el término que prefieras utilizar, cumple cien años la estructura definitiva que quisieron darme y lucen algo más remozadas mis paredes.
Pero sobre todo, en esta nueva etapa, te invito, como siempre lo he hecho, a que levantes los ojos y mires al cielo (Génesis 15, 5). Sí, pero no solo para admirar las nuevas bóvedas, de las que seguro existirán opiniones para todos los gustos, sino para mirar más alto y más profundo. Para recordar que quien me hace ser, llegó aquí antes que yo, y siempre ha permanecido contigo y con todos, independientemente del nombre, el tamaño o la forma, que los hombres y las mujeres de las distintas generaciones que he contemplado, han querido dar a mi estructura en este lugar.
Y sí, quisieron ponerme el nombre de ella, Remedios. Y de nuevo, en breve, su imagen traspasará el dintel de mis puertas y ocupará su lugar para seguir diciéndonos a todos, que en la casa del divino niño que lleva en sus manos, somos siempre bienvenidos y esperados. Y ese día, el primero de muchos días más, habrá fiesta grande y volverán a sonar los repiques de mis viejas campanas que continúan llamando a todos, y junto con nuestro obispo, nuestro pastor, que por fin ocupará su sede, celebraremos la fe y cantaremos la gloria y la alabanza a Dios que hace posible lo que a los hombres y las mujeres nos parece imposible."
Pasa, no dejes de pasar. De nuevo vuelven a abrir mis puertas grandes y anchas para que puedas entrar y recorrer mis naves, detenerte ante los retablos o arrodillarte a los pies del sagrario que contiene lo más valioso de mí. No sé muy bien que vienes buscando, pero ojalá lo encuentres, ahora que, desde que el Papa Pio VII en 1819, me erigió como templo madre de la Diócesis o como casa común, o como edificio emblemático, da igual el término que prefieras utilizar, cumple cien años la estructura definitiva que quisieron darme y lucen algo más remozadas mis paredes.
Pero sobre todo, en esta nueva etapa, te invito, como siempre lo he hecho, a que levantes los ojos y mires al cielo (Génesis 15, 5). Sí, pero no solo para admirar las nuevas bóvedas, de las que seguro existirán opiniones para todos los gustos, sino para mirar más alto y más profundo. Para recordar que quien me hace ser, llegó aquí antes que yo, y siempre ha permanecido contigo y con todos, independientemente del nombre, el tamaño o la forma, que los hombres y las mujeres de las distintas generaciones que he contemplado, han querido dar a mi estructura en este lugar.
Y sí, quisieron ponerme el nombre de ella, Remedios. Y de nuevo, en breve, su imagen traspasará el dintel de mis puertas y ocupará su lugar para seguir diciéndonos a todos, que en la casa del divino niño que lleva en sus manos, somos siempre bienvenidos y esperados. Y ese día, el primero de muchos días más, habrá fiesta grande y volverán a sonar los repiques de mis viejas campanas que continúan llamando a todos, y junto con nuestro obispo, nuestro pastor, que por fin ocupará su sede, celebraremos la fe y cantaremos la gloria y la alabanza a Dios que hace posible lo que a los hombres y las mujeres nos parece imposible."
QUERIDOS ALUMNOS,
MUCHOS DE USTEDES, POR SU EDAD,
NO LA CONOCEN.
LES INVITO A HACERLO DESDE QUE PUEDAN.
MIENTRAS TANTO LES DEJO ESTE ENLACE
PARA QUE SE VAYAN FAMILIARIZANDO CON ELLA.