En el pasaje del Evangelio de mañana Jesús nos invita a ser ricos, pero no de dinero ni de cosas materiales, sino de de Dios y de sus cosas, las cosas de su Reino: la ternura, el amor, las sonrisas, el perdón, la misericordia, la solidaridad, el buen humor, la justicia... Y siempre compartiendo, ayudando, siendo generosos, dando y dándonos.
Y nos dice que con el dinero y las riquezas hay que tener muchísimo cuidado. Nos pueden robar el corazón, atarnos de pies y manos, crearnos falsas seguridades... Y, a través de una parábola, nos pone de ejemplo a un hombre que había dedicado toda su vida a conseguir y almacenar riquezas para él solito... y va y se murió. Es la parábola del rico insensato, tonto.