Hola, queridos alumnos y visitantes de este blog. Vuelvo a retomarlo tras las semanas de esta Cuaresma en la que no he podido publicar nada. La primera que lo siente soy yo porque es como si me faltara algo. Vamos a ver si esta vez busco fisquitos de tiempo para no tener que abandonarlo ni sentirme abandonada.
Y lo retomo en un día muy re-que-te-especial para todos los cristianos, el Domingo de Ramos, día en que celebramos que Jesús entró en Jerusalén montado en un burro para celebrar la Pascua con sus amigos a pesar de que sabía que las autoridades judías estaban buscando la mejor manera de sacarlo de en medio y día en que un montón de gente salió a recibirle con palmas y ramas de olivo, alfombrando el camino con sus túnicas y gritándole "¡Hosanna!".
Jesús siempre quiere entrar en nuestra vida y en nuestro corazón y celebrar con nosotros la Pascua de la Vida.
La mejor manera de acogerlo y recibirle a lo grande es acoger también a los demás que nos necesitan, es salir a recibirle saludándole con nuestras buenas acciones, es gritarle que estamos en el intento de ser sus instrumentos de salvación, es que nosotros mismos seamos las palmas y los ramos de olivo que le saluden y las túnicas que alfombren su camino con los mil y un colores del amor y la misericordia.
La mejor manera de acogerlo y recibirle a lo grande es acoger también a los demás que nos necesitan, es salir a recibirle saludándole con nuestras buenas acciones, es gritarle que estamos en el intento de ser sus instrumentos de salvación, es que nosotros mismos seamos las palmas y los ramos de olivo que le saluden y las túnicas que alfombren su camino con los mil y un colores del amor y la misericordia.
Así nadie nos podría callar y las piedras se quedarían con las ganas de cantar.