Queridos
:
Les estamos esperando con muuuuuuuuchísima ilusión, con grandes toneladas de esperanza para este 2014, y con un corazón más solidario que nunca.
Los zapatos ya están preparados y bien cargaditos, de brindis para ustedes y de raciones para sus camellos.
Mientras tanto, creo que deberían saber ciertas cositas sobre ustedes mismos.
De los cuatro evangelistas, sólo san Mateo nos da cuenta de su visita a Belén para prestar su homenaje al recién nacido Jesús.
Nótese que él no les llama "reyes"; ustedes eran observadores de las estrellas –astrólogos- que, en Oriente, eran considerados los sabios por excelencia, magos.
Una buena noche, vieron en el firmamento una estrella que, por razones que no nos da el evangelista ni nosotros podemos averiguar, dedujeron que tal estrella anunciaba el nacimiento del nuevo Rey de Israel. “Hemos visto su estrella”, declararon en Jerusalén (Mateo 2, 2).
El evangelista no les da el título de "reyes", ni tampoco dice cuántos eran; ni, menos aún, nos da sus nombres. El que fueran reyes se menciona tan tarde como el siglo VI. En cuanto al número, en el Oriente se cree que fueron doce, mientras que en Occidente, se cree que sólo fueron tres. En cuanto a sus nombres: MELCHOR, GASPAR Y BALTASAR, parece que fue san Beda el Venerable, monje benedictino inglés del siglo VIII, quien primero los cita. San Cesáreo de Arlés (siglo VI) les atribuye el título de "reyes". Vemos, pues, que todas esos detalles fueron añadidos poco a poco por la tradición popular.
San Mateo, que toma en serio el asunto, nos añade que ustedes preguntaron por el Niño Jesús al mismísimo Rey Herodes, quien, a su vez, averiguó sobre el asunto del futuro Mesías convocando a los sumos sacerdotes y escribas. Citando a Miqueas 5, 1, todos le respondieron que el Mesías nacería en Belén de Judá.
Disimulando que también él estaba interesado en homenajear al Niño, Herodes les encaminó a Belén. La misma estrella que habían visto en Oriente y que, al parecer, había desaparecido al llegar a Jerusalén, se hizo visible otra vez. Siguiéndola, ustedes llegaron a Belén, y al encontrar al niño Jesús, se pusieron muy contentos porque al fin habían encontrado su Rey, le adoraron como Mesías, le ofrecieron sus regalos (ORO, porque Jesús es rey del Universo, INCIENSO, porque Jesús es Dios y a Dios se le ofrece incienso para alabarlo, reconocerlo y bendecirlo, y MIRRA, que se untaba a los hombres escogidos, ya que adoraron a Jesús como hombre entre los hombres) y, avisados por un ángel, volvieron a sus tierras por otro camino (Mateo 2, 12).
Sea como sea, les queremos mucho por haber sido los primeros en reconocer a Jesús como lo que realmente es, el Salvador para toda la humanidad, y por alegrar la vida de los niños a lo largo de la historia.
Queremos que sigan viniendo cada año y que, con la ayuda de sus pajes y con nuestra solidaridad, puedan llegar a cada niño de nuestro mundo, trayéndonos, además de los regalos que tanto nos gustan, la esperanza y el amor necesarios para ir logrando un mundo mejor a base de buena gente, como quiere Jesús.
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