Hoy el Evangelio nos vuelve a regalar esta parábola del sembrador que, a pesar de conocerla por tan oída, siempre nos cala, donde Jesús es el sembrador, la semilla es la Palabra de Dios y los distintos sitios donde la semilla cae somos nosotros, las personas, y nuestra manera de recibir, o no, esa Palabra.
Acogerla en nuestro corazón y llevarla a nuestra vida es una apuesta segura de buena vida, para nosotros, para los demás y para nuestro mundo.
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