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miércoles, 9 de julio de 2014

APRENDER A "NADAR" CON JESÚS

Muchas veces y a muchas personas, entre ellas ustedes, queridos alumnos, les he confesado que no sé nadar. Tanto como me gusta el mar, tanto que hablo con él, tanto como él me ayuda a hablar con Dios... y a mis 54 años no he podido con ello por diversos motivos.
 

Pero, sepa yo nadar o no, el verano es, más que nunca, tiempo de mar, para todos y para todo. Y en este verano, tan complicado para mí y para mucha gente que lo está pasando mal, me viene a la mente pasaje de Jesús andando sobre el mar, que tantos siguen leyendo al pie de la letra, sin entender el mensaje que nos quiere transmitir.
 

"Al caer la tarde, la barca (=Las personas, las comunidades, los grupos, la Iglesia) estaba en medio del mar (=El mal, las dificultades, los problemas...) y Jesús permanecía solo en tierra. Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar (=Él supera el mal y lo vence), e hizo como si pasara de largo. Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era   fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló en seguida y les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.  Luego subió a la barca  con ellos y el viento se calmó." (Marcos 6, 47-51).
Muchas veces sentimos que nuestra vida es como una barca en medio de la tempestad de las dificultades, en un mar de problemas, sometida una y otra vez al embate del viento y de las olas, que amenazan con destruirla... Nos llegan de todos lados problemas y dificultades que ponen en grave peligro nuestra tranquilidad física y emocional, familiar y social... No sabemos qué debemos hacer, ni cómo hacerlo... Sentimos miedo y perdemos la paz... Y fácilmente nos hundimos.

A todos nos ha pasado o nos pasará. Es algo que no podemos evitar, porque vivimos en el mundo y estamos sometidos al vaivén de los acontecimientos y las circunstancias, que no podemos controlar totalmente.

Cuando esto sucede, la salida más segura es, sin duda, la fe, la confianza en Dios. Si tenemos fe -verdadera fe-, podemos escuchar en nuestro corazón, las palabras que Jesús dijo a sus discípulos, aquella noche en el mar de Galilea: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.

Jesús es capaz de caminar encima de ese mar de cosas malas y negativas e invitarnos a hacer lo mismo. Si Jesús está con nosotros, ¡y está!, aunque no lo veamos con nuestros ojos, ni podamos tocarlo con nuestras manos, nada que sea realmente malo podrá sucedernos. Parece raro, pero es verdad. En todo lo difícil o malo, cerca está Jesús de nosotros y nos cuida, porque su corazón es compasivo y misericordioso hasta el infinito y más allá. Con él a nuestro lado, nada ni nadie podrá dañarnos.

¡Pero hay que tener fe y confianza! Y, todos, podremos aprender a nadar, a flotar y a caminar en la vida, encima de mares tormentosos, superando el mal, los problemas, las dificultades, las cosas negativas, los fracasos...

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