Cada año, desde la Conferencia Episcopal Española a través de la Delegación correspondiente, se organiza una Jornada que nos puede ayudar a ser más responsables y cuidadosos en todos los aspectos del tráfico.
Siempre se celebra el domingo más cercano a la fiesta de San Cristóbal, a quien se considera el Patrón de los conductores. Este año, pues, es hoy, día 6 de julio.
Vale la pena tener en cuenta esta Jornada de Responsabilidad y reflexionar sobre nuestro comportamiento en este tema.
Y debemos tener en cuenta esa responsabilidad es para todos: Conductores, peatones, niños, mecánicos, policía de tráfico... y autoridades encargadas de mejorar nuestras calles, carreteras, aceras, carriles de bici, señales, aparcamientos...
Estas palabras de Casimiro López Llorente (Obispo de la Diócesis Segorbe-Castellón) nos pueden ayudar a ello.
Conducir quiere decir ‘convivir’, ‘caminar con otros’. Nos lo recuerda muy bien el lema de la Jornada de este año, cuando Jesús se unió a los discípulos camino de Emaús: "Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos". Caminar juntos pide de todos que caigamos en la cuenta de que no vamos solos por el camino, la carretera o la calle, y que cada cual ha de poner su parte para que todos sean más humanos. Conducir un vehículo o caminar por la calle es, en el fondo, una manera de relacionarse, de acercarse y de integrarse en una comunidad de personas. Esto pide de todos pero, sobre todo, de los conductores dominio de sí, prudencia, cortesía, amabilidad, espíritu de servicio, conocimiento de las normas del código de circulación, y también estar dispuestos a prestar una ayuda desinteresada a los que la necesitan, dando ejemplo de caridad.
Conducir implica además no dejarse llevar por los impulsos, la agresividad o la competitividad. El conductor, cuando sale en automóvil, debe ser consciente de que en cualquier momento podría suceder un accidente. Ir al volante pide gran atención. La mayor parte de los accidentes es provocada, precisamente, por la falta de atención y la imprudencia. Por eso la prudencia es una de las virtudes más necesarias e importantes en relación con la circulación. Esta virtud exige un margen adecuado de precauciones para afrontar los imprevistos que se pueden presentar en cualquier momento. Desde luego que no se comporta con prudencia el que se distrae al volante o la calle con el móvil, el que conduce a una velocidad excesiva, no respeta las señales o descuida el mantenimiento de vehículo. Colaboremos para que el tráfico sea cada vez más humano.
Y, desde luego, hacer del amor nuestro semáforo y que las señales de tráfico las viéramos siempre con forma de corazón...
...y tener presente a Jesús y su mensaje e incorporarlo a nuestro código de circulación, tanto en el tráfico como en nuestra vida, nos vendría muy "re-que-te" muy bien a todos.
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