En tiempos de Jesús, cuando alguien padecía una enfermedad o tenía el corazón lleno de mala intención se decía de él o de ella: Tiene dentro un “mal espíritu”.
El pasaje del Evangelio de hoy nos habla de dos cosas: de la presencia del mal dentro de las personas y de la capacidad de Jesús para vencerlo por el gran amor que nos tiene.
Jesús es el árbitro que hace temblar y arranca ese mal que nos hace daño y empobrece nuestra vida, que expulsa del campo todo lo malo de nuestro corazón, que nos hace descubrir todo lo bueno de nuestro interior, que nos da paz y bendiciones (=Cosas buenas para nuestra vida), que nos llena del oxígeno de Dios y nos descontamina...
(Con la ayuda de Fernando Cordero y Fano)
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