El pasaje del Evangelio de hoy nos invita a fijarnos en lo verdaderamente importante a la hora de demostrarle a Dios que le amamos. Es el corazón el que tiene que marcar el ritmo de nuestra relación con Él y con los demás.
Es el Amor que Jesús nos transmitió el que nos libra de cualquier posible impureza que no nos deje amar.
El culto que Dios quiere es el que nace del corazón... con el amor como bandera.
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