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sábado, 31 de octubre de 2015

PARÁBOLA CON... ¡¡UNA CALABAZA!!

Navegando y navegando por Internet, encontré esta parábola que me parece una forma bonita y divertida de compartir el mensaje cristiano en este día que muchos celebran Halloween o el otoño, y la he adoptado y adaptado para ustedes, y para mí.

Alguien le preguntó a una señora qué era ser cristiano y ella, aprovechando que era más o menos esta época, respondió:
"Es como ser una calabaza: Dios te recoge desde el huerto, te trae, y lava toda la suciedad que puedas haber recibido. Luego te corta la parte de arriba y  aprovecha lo bueno que hay en ti y te libera de todo lo que no sirve y te quita las semillas de la duda, el odio, la codicia...
Entonces Él te talla una nueva cara sonriente y pone su luz dentro de ti para brillar y para que todo el mundo le pueda ver a través de ti."

Vamos parte por parte.

1. Cojamos una calabaza y la observamos. Nosotros desde luego no somos una calabaza, pero todos nosotros podemos compararnos con algo así como una. Dios te recoge desde donde estés, te trae adentro de sí mimo, y lava toda la suciedad que puedas haber recibido. Y es que una calabaza es como nosotros: Tiene un exterior y un interior. El exterior es lo que la gente ve.  El interior es nuestro corazón.  Una calabaza abandonada a sí misma pronto va pudrirse y morir. Nosotros vamos a morir algún día también, pero no  vamos a pudrirnos.
2. Tallemos en ella ojos con forma de corazón o de estrella, nariz en forma de cruz, orejas en forma de cuadrado simbolizando la Biblia, boca en forma de sonrisa o de pez... También podríamos dejarla sin cara y tallar en ella el nombre o la cara de Jesús...


Al hacer los agujeros y extraer las piezas de la corteza podemos ir descubriendo el interior, donde lo bueno muchas veces convive junto a lo malo o lo que no nos sirve para ser buenas personas. ¿Cómo podríamos librarnos de ello y aprovechar lo bueno que hay en nosotros?
3. Dios es el único que puede cambiar nuestro corazón. Pero para que Dios cambie nuestro corazón tenemos que estar abiertos a Él. "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Ap 3, 20).
Tallemos una abertura en la parte superior de la calabaza lo suficientemente grande como para poder extraer y aprovechar la pulpa (=Lo bueno que hay en nosotros) y ponerlo al servicio de los demás.
4. Separamos lo que no sirve de lo que sí. Dios quita de nuestro interior las semillas de la duda, el odio, la impureza, la codicia... a través d Jesús, simbolizado en la cruz, que dio la vida por nosotros.


"Los rociaré con un agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus inmundos ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi Espíritu y haré que caminen según mis mandamientos, que observen mis leyes y que las pongan en práctica." (Ez 36, 25b-27).
5. Pero es que si dejamos una calabaza con sólo el interior sacado, entonces queda sólo un hueco. Tenemos que tener una luz interior que será verdaderamente la que no haga sentir llenos y vivos. Jesús dijo: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." Entonces añadiremos una luz en el interior de la calabaza. Cuando dejamos a Jesús vivir dentro de nosotros podemos brillar, y mucho! Para agradar a Dios, para ayudar a otros y para hablarle a la gente muchas cosas acerca de nuestro amigo y Señor.


6. Y en este punto, es posible que deseemos tallar la boca con una amplia sonrisa porque Dios nos talla una nueva cara sonriente y pone su luz dentro en nuestro interior, para que brillemos y así muchos vean a Dios a través de nosotros.

Por eso, si dejamos entrar a Dios en nuestro corazón, nuestra luz no se apaga nunca porque brillamos con la luz de Jesús, no le tenemos miedo a la muerte y no nos cabe el "Truco o trato" porque esa luz es para todos.




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