Las preguntas a la que Jesús quiere responder con el pasaje del Evangelio que hoy escuchamos es éstas: ¿Cuándo, por fin, vencerá el bien al mal? ¿Cuándo los poderes que oprimen y maltratan a las personas (=Las estrellas del cielo) irán cayendo y se irá levantando y abriendo camino el bien y la justicia?
Cuando lo pasamos mal, como los cristianos para los que escribe Marcos, nos ponemos a preguntarnos cuándo va a llegar Dios y acabar con lo malo de una vez por toda.
Pero la cuestión no es el cuándo de tiempo, sino el cuándo de nuestro actuar.
Pues, cuando seamos capaces de dar y compartir, de dar amistad, ayuda, de dar vida, de revivir a alguien, de transformar lo negro en blanco y lo oscuro en luz y de convencernos de que lo bueno, aunque no lo parezca, es más poderoso que lo malo.
No es cuestión de esperar un milagro que lo arregle todo, sino de que nosotros tenemos que ser milagros allí donde estemos.
Por eso, los tiempos difíciles no deben atemorizarnos porque también son tiempos de esperar y de hacer cosas buenas.
Nuestra vida no camina hacia la nada y el vacío. Nosotros tampoco. Nos espera el abrazo con Dios.
El pasaje del Evangelio de hoy nos habla de que Jesús está viniendo cada día a nuestra vida para estar a nuestro lado y darnos ánimos. La clave es su Palabra, que nunca pasará.
Siempre tenemos en nuestro corazón y en nuestra oración a las personas que por muchas circunstancias lo están pasando mal, especialmente por las que son víctimas de las injusticias y de la violencia.
Y hoy, muy especialmente, nos solidarizamos con el pueblo francés que acaba de ser víctima de varios atentados. Ojalá se encuentren caminos de paz que nos hagan ver que la violencia no es el camino para nada.
Pobres personas de Paris
ResponderEliminarQue pena me da pobre gente que murió de esa manera
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