Buen día y buen año nuevo litúrgico.
Estamos en Adviento, ese maravilloso tiempo de preparación para dejar que Jesús nazca en nuestro corazón. Ese tiempo de oportunidad que se nos brinda para aprender a estar atentos y reconocer que Dios siempre viene en nuestra ayuda.
De eso nos habla el pasaje del Evangelio de hoy.
Nuestro mundo está pachucho porque mucha gente lo está pasando mal, otras muy mal y otras demasiadísimo mal.
Y todos, por muy bien que nos vaya, alguna vez pasamos por momentos malos, de problemas, de angustias, de agobios, de tristezas... porque la vida nos trae situaciones difíciles, dolorosas... que nos hacen pasar por momentos de bajona, y vemos todo negro, y andamos con la cabeza gacha, cabizbajos, y no queremos saber de nada ni de nadie. Pero siempre nos queda un rescoldito de esperanza.
Jesús nos dice que cuando esto nos ocurra, confiemos en él y levantemos la cabeza, que se acerca nuestra liberación. Él es el Dios que viene y se la juega por nosotros.
Dios nos conoce y conoce nuestra situación. Y siempre está viniendo a nuestra vida a través de personas que nos pueden ayudar y animar, que nos pueden salvar. Hay que estar atentos para reconocerlas y dejarnos querer por ellas. Y hay que estar atentos también para saber ver y reconocer a aquellas personas que necesitan de nuestra ayuda y de nuestro ánimo para levantar cabeza.
Encendamos la vela de estar atentos y levantar la cabeza.
Y vayamos configurando este Adviento con la estrella que nos propone Fano, no la de oriente, sino la que nos oriente y dé sentido a nuestra vida.
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