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domingo, 27 de diciembre de 2015

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA 2015

El pasaje del Evangelio de hoy tiene su cierto fundamento histórico pues los judíos piadosos solían subir cada año al Templo de Jerusalén y llevaban a los niños cuando cumplían los doce años. Iban en una especie de caravanas que se organizaban más o menos por familias o por tribus. Así que era normal que sus padres no lo echaran de menos si Jesús desaparecía por momentos. Pero ya fue preocupante cuando al acampar varias veces, no aparecía por ningún sitio. Y se pusieron a buscarlo como locos.
Pero más que el fundamento histórico, nos interesa mucho la enseñanza que podemos sacar de este pasaje.
A Jesús es difícil encontrarlo si lo buscamos a nuestra manera. Él está en otra onda y eso nos produce desconcierto, igual que a su familia. Él está en las cosas de Dios, y las cosas de Dios somos las personas. Ahí lo encontraremos muy fácilmente.
El resto del pasaje nos habla de que Jesús iba creciendo y aprendiendo, iba madurando y le iba cayendo bien a Dios y a los hombres. Qué manera más guay de crecer. ¿Nos apuntamos?
Yo voy a intentarlo, porque además de ser bajita de estatura (Hecho que ya no tiene remedio) me queda mucho para seguir creciendo y madurando como persona y como cristiana.
Y a eso nos pueden ayudar mucho nuestras familias, con el amor por encima de todo. Y si es con el amor de Dios, pues qué mejor. Es el amor lo que las convierte en sagrado todo lo que toca.
Y, aunque sé que las familias de aquel tiempo tenían unas condiciones difíciles de vida, como las tienen hoy también muchas familias, no me resisto a imaginarme a la familia de Jesús con momentos cariñosos o divertidos, como los de cualquier familia.





Cuadro, este último, de sor Mariella Erdmann.

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