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domingo, 5 de junio de 2016

LA VIUDA DE NAÍN: NO QUEDARSE DE BRAZOS CRUZADOS ANTE EL DOLOR

En tiempos de Jesús, las mujeres dependían económicamente de sus padres, de su marido o de sus hijos. Ellas no podían "ganarse la vida". Y si una mujer era viuda y y se quedaba sin hijos varones, estaba condenada a pedir limosna para sobrevivir y, además, se consideraba que su situación era un castigo de Dios. Dolor sobre dolor y, encima, poniendo a Dios por medio para justificarlo.
El pasaje de Evangelio de hoy nos habla de cómo es de verdad Dios, todo Amor y Misericordia, encarnado en Jesús que se conmueve ante el dolor de una madre y va enseguida a ayudarle.
Es lógico y muy lícito que ante hechos tan asombrosos como éste queramos buscar explicaciones que le den una explicación lógica, como que el chico en verdad no estaba muerto sino en un estado parecido a la muerte, como que este pasaje evangélico se usara para explicar la situación de viudedad en que estamos todos sin Jesús... y, así, un montón más. Es lógico, es lo que tenemos que hacer, y es lo que se está haciendo.
Pero yo creo que, ante las situaciones de sufrimiento que pasa nuestra humanidad a cada momento, lo primero a lo que este pasaje del Evangelio nos está invitando es a tener las mismas actitudes de compasión, misericordia y ayuda de Jesús, a ser misericordiosos como el Padre, a no quedarnos de brazos cruzados cuando vemos a alguien sufriendo, y a no provocar nosotros mismos situaciones de dolor.




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