El pasaje del Evangelio de mañana nos habla de que Dios Padre, y Madre, nos quiere por igual a todos y a cada uno. No somos dueños del mundo, pero todos y cada uno somos hijos del Dueño.
Por eso tenemos una dignidad que nada ni nadie tendría que robarnos. Y por eso, entre nosotros, no deberíamos entrar en ningún tipo de competición ni buscar puestos primeros en el corazón de Dios porque ya somos y estamos así en él.
Todos y cada uno de nosotros somos los primeros en el Amor de Dios, pero sabiendo que, como cualquier buen padre o buena madre, su corazón se inclina hacia los más necesitados.
Estamos llamados e invitados a sentir y actuar como nuestro Dios, con amor y misericordia, y olvidarnos de sobresalir por encima de los demás.
Con Dios en nuestro corazón, debemos buscar que nadie pierda su silla en el banquete de la vida ni que nadie se vaya pal gallinero.
Qué alentador saberse hijo de Dios,qué suerte sentirme católica. Gracias Lali.
ResponderEliminarUn beso
Gracias por tu visita y tu comentario.
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