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sábado, 17 de septiembre de 2016

EL AMOR A DIOS Y EL AMOR AL DINERO NO PEGAN NI CON COLA

El pasaje del Evangelio de mañana nos habla de elegir y de saber qué es lo más importante en nuestra vida.
La cosa está en dejarnos atrapar por el dinero y sus egoísmos o en dejarnos "atrapar" por Jesús y sus amores.
Cuando el dinero nos atrapa, nos roba el corazón, nos vuelve ruines y egoístas, nos anula para amar.
Cuando es Jesús el que nos "atrapa", el corazón se abre en miles de puertas para amar, para buscar el bien hasta debajo de las piedras, para buscar posibilidades de ser buenas personas, para tener siempre ganas de hacer un mundo más mejor para todos aunque muchos digan que eso es imposible
El dinero y las riquezas obtenidas con nuestro trabajo no son malas. Lo malo es cuando se consiguen a costa del sufrimiento de los demás o cuando las acumulamos sólo para nosotros mismos y/o para discriminar a los demás. Lo malo es cuando nos creemos que somos sus únicos dueños y se convierten para nosotros en un dios.
El mundo con sus riquezas es de todos por igual.
Ser solidarios no es dar las migajas de lo que nos sobra. Es tener corazón para abrirle posibilidades a los demás de disfrutar de la riqueza que le pertenece.
Entre la cara de los que se lo queda todo por la cara, nosotros preferimos la cruz de los que intentamos dar y darnos por los demás.





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