Uno de los símbolos más conocidos y populares de la catedral de Santiago es el botafumeiro, del gallego, "Bota fume" (=Echa humo), que despierta gran interés y curiosidad entre los peregrinos y visitantes.
Se trata de un incensario (=Esparcidor de incienso) de grandes dimensiones que oscila por la nave lateral del templo mediante un sistema de poleas tiradas por ocho hombres, los "tiraboleiros". Pesa 53 kilos y mide un metro y medio, consigue elevarse 20 metros y puede alcanzar una velocidad de 70 kilómetros por hora.
Cuenta la leyenda que el primer incensario del templo compostelano fue construido, por motivos de higiene, en el siglo XI. En la Edad Media, los peregrinos, cansados tras hacer el Camino, se agolpaban en la catedral y muchos dormían allí sin haberse podido asear y, para luchar contra la acumulación de olores corporales, caldo de cultivo de epidemias, se encargó un incensario de grandes dimensiones.
En la actualidad ha quedado como un bello y singular acto litúrgico que, en las celebraciones importantes o especiales, atrae a mucho público.
El incienso es utilizado para manifestar la adoración a Dios y simboliza la oración que "sube" (=Va) hasta Él.
En el siglo XVI, debido a una ofrenda del rey Luis XI de Francia, se sustituyó el artefacto medieval, por otro nuevo, también de plata, incensario que fue robado por las tropas napoleónicas en 1809 durante la Guerra de la Independencia; más tarde fue sustituido por el que hoy se conserva y que, aunque más moderno es menos ostentoso, puesto que pasó a ser de latón plateado, pero igualmente bello.
Aquí les dejo este interesante enlace sobre su funcionamiento:
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