El pasaje del Evangelio de ayer nos habla de seguir a Jesús y de cómo hacerlo. Y no precisamente en las redes sociales.
Es seguirle tras sus huellas y pasos de amor y misericordia. Parece que para hacerlo nos pone condiciones inhumanas, pero no. Es todo lo contrario.
Jesús nos pide que le sigamos y que, para ello, dejemos atrás las cosas que nos atan, las que no nos dejan ser nosotros mismos, las que nos sirven de excusa para no amar y trabajar por el Reino. Jesús nos pide que estemos disponibles y localizables para todos los que necesiten de nosotros, no sólo para nuestros familiares y amigos. Jesús nos pide que renunciemos a las cosas que nos esclavizan y no nos dejan hacer nada, ni por nosotros, ni por los demás, ni por el mundo, ni por el amor y la misericordia, ni por el Reino de Dios.
Dice un refrán que "pa'trás, ni para tomar impulso y eso nos lo pide también Jesús. Y que si alguna vez tenemos que mirar por el retrovisor de nuestra vida no sea para quedarnos pasmados, sino que sea siempre para avanzar hacia delante, siempre hacia el horizonte de Dios y su plan de felicidad para todos y cada uno de nosotros.