En el pasaje del Evangelio de hoy Jesús vuelve a la carga preguntándonos quién es Él para nosotros. Es la pregunta del millón. Según la vayamos contestando a lo largo de nuestro desarrollo como personas y como cristianos, nuestra vida irá hacia un lado o hacia otro. Y es que nuestra respuesta no será siempre la misma, aunque la pregunta sí lo sea. Irá variando según se vaya desarrollando nuestra persona y nuestra vida, según vayamos conociendo y amando a Jesús... o según nos vayamos alejando de Él.
Podremos acercarnos a la respuesta según vayamos comulgando con Él y con su mensaje, pero nunca será una respuesta cerrada porque siempre nos sorprenderá y tendrá que volver a plantearnos la pregunta.
Él, que es la Respuesta para todo y para todos, se hace Pregunta para que no lo convirtamos en un ídolo y para que nunca dejemos de crecer en amor y misericordia.
Podremos acercarnos a la respuesta según vayamos comulgando con Él y con su mensaje, pero nunca será una respuesta cerrada porque siempre nos sorprenderá y tendrá que volver a plantearnos la pregunta.
Él, que es la Respuesta para todo y para todos, se hace Pregunta para que no lo convirtamos en un ídolo y para que nunca dejemos de crecer en amor y misericordia.
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