Después de su bautismo en el río Jordán, Jesús se vuelve a Nazaret y comienza una nueva manera de enfocar su vida, más dedicada a su misión. Es lo que se llama su vida pública.
En la sinagoga de Nazaret, su pueblo, lee un pasaje del Profeta Isaías, que anuncia un tiempo de gracia y de buenas noticias para todos, pero muy especialmente para los que lo están pasando mal. Al terminar la lectura, Jesús dice que para eso ha venido él, y que con la ayuda de Dios, llevará a cabo esa misión. Él se va a dedicar a ayudar, a hacer el bien, a servir...
No es que a Jesús se le vea el plumero, sino que es Él mismo el que nos muestra sus intenciones y lo que quiere hacer con su persona y con su vida. A través de la Palabra y de la acción del Espíritu Santo, Jesús se “revela”, se “desvela”. Descubrimos su retrato enmarcado en su Corazón.
Hay muchas personas a nuestro alrededor que lo están pasando mal y sufriendo mucho y que no pueden ser felices: niños, jóvenes, mayores... . Jesús espera poder hacer algo por ellos a través de nosotros, de todos los que formamos su cuerpo, su cuerpo que es su Iglesia. A través de ti y de mí.
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