Hoy es día de San Vicente de Paúl.
Fue un sacerdote
francés que dedicó su vida a ayudar a los más pobres y desfavorecidos de su tiempo.
Una de sus frases más representativas y que nos dice mucho bueno de él es "Los pobres son nuestros amos y señores".
Después de haberse ocupado de otras miserias, se encargó de la obra de los niños expósitos (=Expuestos a su suerte, abandonados... por diferentes razones, entre ellas la pobreza). Más de
300 al año eran abandonados en las calles de París.
Descubre que son los más pobres entre los pobres, sin voz, sin defensa, sin nada de nada. Esos niños eran abandonados porque eran considerados una cosa que estorbaba, de los que había que desembarazarse. A San Vicente se le encoge el corazón.
Esos niños son la misma imagen de Jesucristo, son hijos de Dios, que hay que amar y respetar, exactamente igual que se respeta, como a un rey, al hijo de un rey. Porque “también Dios se complace con sus balbuceos, con sus pequeños gritos y lloros”. También san Vicente, seguramente, se complació de forma parecida al oírlos.
Y, para salvar a esos niños, va a usar de todos los medios, va a inventar todos los recursos y va a cuidar todos los detalles de su mantenimiento y de su educación.
Para san Vicente, la educación es muy importante. No basta con evangelizar a los pobres y socorrerlos, también hace falta proporcionar a los niños los medios para salir de su estado. La educación y la alfabetización son muy importantes para ello.
Su obra ha llegado hasta nuestros días donde desgraciadamente todavía hay millones de niños sufriendo muy mucho y necesitando de nuestra ayuda.
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