El pasaje del Evangelio de hoy nos habla de que Jesús espera de nosotros que no nos cansemos de intentar ser cada día mejores personas con nosotros mismos, con los demás y con el mundo, con Dios. El corazón siempre necesita mejorar, crecer en el amor y en la misericordia. Somos "árboles" que tenemos que dar fruto nuevo, y del bueno, a cada momento de nuestra vida.
Y, además de hablarnos de todo esto, nos habla de Aquél que nos cultiva y nos cuida, y que nos ama tanto a cada uno que siempre nos está dando oportunidades y prórrogas para que podamos dar el fruto que Él sabe que podemos dar si lo intentamos, si lo queremos.
Dios sabe que necesitamos tiempo y tiene una paciencia infinita llena de misericordia. Y nosotros, por nuestra parte, debemos aprovechar cualquier ocasión para hacer realidad aquello para lo que hemos sido creados. No demos nada por perdido ni nos demos por perdidos.
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