Ayer fue día de San Roque, un santo francés que nació en Montpellier, de una familia muy rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.
En ese tiempo estalló la peste de tifo y la gente se moría a montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio.
Ayudando y ayudando llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo".
En ese tiempo estalló la peste de tifo y la gente se moría a montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio.
Ayudando y ayudando llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo".
Hasta él mismo sufrió contagio por ayudar a los demás.
Y hoy sigue habiendo personas que ponen su vida en riesgo y la pierden por ayudar y ayudar a los demás, como es el religioso español Miguel Pajares, y tantos y tantos que lo van a seguir haciendo a pesar de los pesares.
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