Y, de nuevo, nos visita otra Cuaresma, ese tiempo litúrgico que se nos brinda para ponernos a bien con Dios, con los demás, con nosotros mismos y con el mundo; con todo y con todos; para hacer las paces; para no dar nada ni a nadie por perdidos; para abrir la puerta a la misericordia de Dios; para abrir la puerta a la Pascua de Jesús.
El morado es el color litúrgico propio de la Cuaresma (Significa preparación espiritual, penitencia, dolor, querer cambiar y ser mejores...) y nosotros, usando un poquitín de humor, queremos "ponernos morados" de Misericordia. Por eso, "En Cuaresma, el morado se lleva y el morado nos lleva".
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