El pasaje del Evangelio de hoy nos ha contado que Jesús no quiere saber nada de hacer cosas espectaculares para darse a conocer, ni quiere usar la fuerza ni la violencia para imponerse, ni mucho menos tener cosas y cosas para estar por encima de los demás y dominarles.
El camino que elige Jesús es otro bien distinto del que le ofrece el personaje que representa la voz interior que a veces nos sugiere hacer el mal en vez del bien. Por eso, porque Jesús le planta cara y le da un "No" rotundo, la tentación se aleja de Él.
El desierto de Jesús es también el nuestro; es el mundo y es la vida de cada día, donde a solas con nuestra conciencia, tenemos que decidir libremente. En esa nuestra vida todos nos sentimos tentados siempre (="40 días"), porque siempre, en nuestro interior, todos estamos entre el bien y el mal, y a veces gana uno y a veces gana otro.
Nos sentimos tentados a tener más y más, a usar la fuerza para conseguir lo que queremos o a querer lograrlas sin esfuerzo.
El camino que elige Jesús es otro bien distinto del que le ofrece el personaje que representa la voz interior que a veces nos sugiere hacer el mal en vez del bien. Por eso, porque Jesús le planta cara y le da un "No" rotundo, la tentación se aleja de Él.
El desierto de Jesús es también el nuestro; es el mundo y es la vida de cada día, donde a solas con nuestra conciencia, tenemos que decidir libremente. En esa nuestra vida todos nos sentimos tentados siempre (="40 días"), porque siempre, en nuestro interior, todos estamos entre el bien y el mal, y a veces gana uno y a veces gana otro.
Nos sentimos tentados a tener más y más, a usar la fuerza para conseguir lo que queremos o a querer lograrlas sin esfuerzo.
Jesús vence estas tentaciones y nos enseña cómo hacerlo: Confiando plenamente en Dios, estando llenos de su amor. Y eso se logra practicando la misericordia, hasta con nosotros mismos, sin darnos nunca por perdidos, teniendo el corazón al 100% y vistiéndonos de oración.
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