El pasaje del Evangelio de ayer nos habla de que Jesús es Dios, y lo hace mediante la escena de la Transfiguración.
No soy amiga, y mis alumnos y los que me conocen lo saben, de los efectos especiales en mi manera de hablar de Dios y de relacionarme con Él. Otra cosa es como se cuentan las experiencias religiosas.
Este pasaje es para invitarnos a saber ver a Dios y a saber ver con lo ojos de Dios, a transfigurar nuestra persona y nuestra vida para que Dios pueda "verse" a través de nosotros y de nuestro actuar. Para eso, hay que saber escuchar a Jesús y ponerlo en el centro de nuestras vidas.
Nos hace mucha falta saber "subir" al Monte Tabor, tener ratitos de saber "ver" a Dios y "estar" a solas con Él de manera íntima y especial, y saber "bajar" también a las realidades de nuestra persona y de nuestra vida para saber ver a Dios también en los demás, en nosotros mismos y en el día a día de nuestro mundo y que los demás y el mundo puedan verle a través de nosotros.
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