En el pasaje del Evangelio de ayer Jesús es sometido a una pregunta con el fin de fastidiarlo y meterle en un problema, contestara lo que contestara. Pero Jesús les deja con la boca abierta con su aplomo que aún hoy no nos deja de sorprender.
Tenemos que ejercer de ciudadanos responsables en nuestro mundo y ahí respondemos a un orden establecido y necesario, pero sin olvidarnos de nuestras responsabilidades con el prójimo más cercano que es lo que es de Dios, y ahí respondemos al amor, amor querido por Dios y muy necesario.
En ambas situaciones, lo que se debe buscar es el bien, la dignidad y la vida de las personas por encima de todo. Si no es así, hay que ver a QUÉ estamos sirviendo y a QUIÉN o QUIÉNES no estamos sirviendo.
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