El pasaje del Evangelio de hoy nos habla de que todos estamos invitados al banquete de bodas de Dios con la humanidad, todos estamos invitados a esa fiesta. Pero muchos nos negamos a ir o, si vamos, no vamos con el vestido del amor... Y ya no vemos ni la invitación ni la fiesta por ninguna parte. Y, lo que es peor, por la falta de nuestro amor, muchos tampoco pueden ver la invitación ni la fiesta por ninguna parte.
Dios quiere que todos nos vistamos con el traje de la bondad, la misericordia, el perdón, el buen trato, el diálogo, la justicia, el amor, la ternura... hacia los demás, y también hacia nosotros mismos y hacia el mundo. Y, así, todos nos sentiremos en la fiesta de Dios, en la fiesta de la vida plena y feliz que Dios desea para todos.
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