El Evangelio nos trae hoy una exigencia fuerte pero cierta.
Siguiendo una reflexión de un señor llamado Enrique Martínez Lozano, "Negarse a sí mismo" no es negar la vida, no es resignarse, no es desaparecer del mapa, no es ir en contra de lo que somos ni de lo que queremos o nos gusta, no es autosacrificarse ni ser muertos vivientes. Los auténticos seguidores de Jesús amamos y defendemos la vida tanto como Él.
Se trata de negar lo que niega la vida, lo que niega el amor, el servicio y la entrega a los demás, incluso a nosotros mismos. Se trata de favorecer la vida de manera auténtica y en todas sus dimensiones, buscando el bien para todos. En ese esfuerzo, muchas veces se sufre, a veces poco y a veces muy mucho, unos más y otros menos, depende de las circunstancias y del aguante de cada uno. Y eso se llama "cargar la cruz" de cada uno y/o de cada momento de nuestra vida, con sus distintos grados de dificultad.
Pero un negarse a sí mismo y un cargar la cruz elegidos libremente, no impuestos. Jesús no está hablando aquí de los sufrimientos impuestos, como las enfermedades, las injusticias, las guerras, la pobreza... Eso es impropio del Dios Todo Amor por nosotros, en quien creemos y al que tanto amamos.
Para entender lo que es “negarse a uno mismo” y lo de "cargar la cruz", se pueden poner muchos ejemplos fáciles de encontrar en nuestra vida a cada momento.
Cuando unos padres pasan sueño porque por las noches uno de sus hijos les necesita, cuando uno de nosotros deja de hacer algo que le gusta mucho para dedicar el tiempo a un amigo que lo está pasando mal... Es cuando se elige dar y darse libremente y por amor.
No es algo malo, sino que es poner en primer lugar lo que los demás necesitan de nosotros.
Jesús quiere que nos neguemos a nosotros mismos, pero para poder estar dispuestos a hacer lo que los demás necesitan de cada uno de nosotros. Esto es lo que quiere Jesús de nosotros, lo que nos propone para que seamos más felices.
Jesús quiere que nos neguemos a nosotros mismos, pero para poder estar dispuestos a hacer lo que los demás necesitan de cada uno de nosotros. Esto es lo que quiere Jesús de nosotros, lo que nos propone para que seamos más felices.
(Explicación encontrada en Acción Católica General)
Por eso, a esto, además de mucho buen amor, se le puede echar mucha alegría, mucha esperanza, mucha solidaridad, mucha fe y mucho humor.
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