San Lorenzo (=Coronado de laurel) fue un santo español que ejercía de diácono en Roma. Era responsable de cuidar los bienes de la Iglesia y de distribuir ayuda a los pobres. También era archivero y por eso es el patrón de los bibliotecarios. Murió asado lentamente en una parrilla como mártir en el año 258, en Roma.
Quizás por eso, cuando hace mucho calor, decimos: "¡Cómo calienta, cómo casca Lorenzo!" (=El sol).
Lo mataron por haber repartido los bienes de la Iglesia entre los pobres antes que entregarlos a las autoridades romanas.
Y esta noche es una buena ocasión para ver un fenómeno astronómico denominado Lluvia de Perseidas o "Lágrimas de San Lorenzo" por su cercanía al día del santo. Fue en la Edad Media y en el Renacimiento cuando se asoció esta lluvia de estrellas con las lágrimas que vertió San Lorenzo al ser quemado.
No es la lluvia más espectacular, pero si la más popular.
Lo único necesario para observar las Perseidas es una buena compañía, un cielo despejado de nubes y un lugar bien oscuro, al menos protegido de las luces artificiales. Como, por ejemplo, nuestras queridas Cañadas del Teide.
Sin embargo, este año las mejores noches para observar las Perseidas se verán iluminadas por la presencia de otro fenómeno también muy espectacular: la Superluna.
Además, la salida de la luna coincidirá con la proyección de la sombra del Teide, mostrando una instantánea inigualable: la alargada sombra del Teide recorriendo el Parque Nacional del Teide y señalando la salida de la mayor luna llena del año.
En efecto, la Luna llena de agosto, que se alcanzará hoy, será una Superluna. Esto "es" una luna muy grande y brillante, por encontrarse exactamente en el punto de su órbita más cercano a la Tierra, el perigeo. En este punto, nuestro satélite está unos 50.000 kilómetros más cercano que cuando se encuentra en el punto más lejano, el apogeo. Esto hace que el tamaño aparente de la Luna llena sea un 16% más grande y que su brillo sea un 30 % más alto.
La Luna llena de agosto será, pues, otro magnífico espectáculo. Pero, como contrapartida, nos entorpecerá ver las lágrimas de San Lorenzo.
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