domingo, 17 de mayo de 2015

SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA: FIESTA DE LA ASCENSIÓN

El pasaje del Evangelio de hoy nos quiere contar un mensaje, no un hecho físico ni histórico. Ya sabemos que Jesús no es un astronauta que sube al cielo en una nave espacial ni un mago que hace cosas fuera de lugar.
El pueblo judío creía que Dios vivía en las alturas, pero nosotros sabemos que está allí donde hay amor. El cielo del que se habla aquí no es un lugar, es el símbolo del encuentro con Dios.
La ascensión de Jesús significa que comparte la vida y el amor de Dios, que es exaltado, ensalzado  (=Elevado a su categoría) y que es colocado en su sitio, con Dios, donde debe estar, y como Dios, como debe ser. También es el anuncio de que también nosotros tenemos nuestro sitio, donde debemos estar y nuestra meta, lo que debemos ser.
Y también  nos habla de que Jesús nos deja a nosotros la continuación de su misión. Ahora nos toca a nosotros. Es nuestro turno. Y Él espera esta frase: "Tranqui, Jesús, cuenta con nosotros para que todo el mundo sea cielo de verdad para todos."
Por eso, no nos deja, se queda, pero de otra manera. Se queda con nosotros bombeando nuestro corazón.
(Explicación con textos adaptados de
José Enrique Galarreta, Fr. Emilio Díez y Fr. Javier Espinosa)



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