Y hoy, como cada 18 de diciembre, hemos estado celebrando el Día Internacional del Migrante, que fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 4 de diciembre de 2000.
Cuando hablamos de la migración humana estamos hablando del movimiento de personas de un lugar a otro, ya sea en busca de trabajo o por otros motivos. Este desplazamiento puede realizarse dentro de su país de origen o entre países.
Muchas veces este desplazamiento es libre y voluntario y la persona no se obligada por circunstancias muy graves. Pero la mayoría de las veces, esas circunstancias son muy fuertes (Guerras, persecuciones, desastres naturales, pobreza, hambre...) y obligan a las personas a salir de su país urgentemente, sin ellas quererlo, y sin apenas poder llevar consigo lo puesto. Entonces pasan a ser refugiados.
La mayoría de estas personas no logran llegar al destino que buscaban y mueren por el camino. Y las que logran llegar se ven forzadas a vivir en condiciones inhumanas o a sufrir malos tratos o acosos por parte de la gente del país al que han llegado.
Por eso, la celebración de este día es para promover los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas que tienen que migrar para buscar mejores condiciones de vida e impedir la violencia sobre ellos.
Y también para que nos demos cuenta de que cualquiera podemos estar en esa situación.
Y también para que nos demos cuenta de que cualquiera podemos estar en esa situación.
En nuestra Iglesia celebramos también una Jornada Mundial dedicadas a ellos en Enero.
Sin embargo, cualquier llamada de atención que nos haga tomar conciencia de la situación de estas personas, venga de donde venga, es bien recibida para poder aportar nuestro granito de arena.
Y esto lo hemos estado trabajando últimamente muy mucho en nuestras clases porque hemos estado viendo cómo Jesús no sólo también fue un migrante y un refugiado, sino que lo sigue siendo en tantas personas que hoy lo están sufriendo.
Y esto lo hemos estado trabajando últimamente muy mucho en nuestras clases porque hemos estado viendo cómo Jesús no sólo también fue un migrante y un refugiado, sino que lo sigue siendo en tantas personas que hoy lo están sufriendo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario