En el pasaje del Evangelio de hoy Jesús nos cuenta que somos muy re-que-te-importantes para Dios, y sobre todos los más débiles y necesitados. Somos su preocupación y nos protege, nos ama y nos cuida a tope. Tanto que ni un pelo de nuestra cabeza le es indiferente. Somos lo más de lo más para Él. Por eso, no debemos dejarnos vencer por el miedo cuando se trata de entregarnos y de amar a los demás. Sintámonos amados para amar.
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