sábado, 15 de octubre de 2016

DIOS SÍ QUIERE QUE LE DEMOS LA LATA... Y QUE NOS LA DEMOS A NOSOTROS MISMOS

Orar es hablar con Dios y es hablar con nosotros mismos. Orar es confiar en Dios y es confiar en que nosotros podemos con lo que Dios quiere de nosotros. Orar nos abre un abanico de caminos para hacer el bien que le pedimos a Dios.
El pasaje del Evangelio de mañana nos habla de eso, de que debemos estar constantemente pidiendo a Dios aquello que necesitamos, que es cambiar para ser mejores personas con los demás.
No es como el juez de la parábola al que no le importaba para nada la viuda, sino que le dejase de molestar. A Él no le importa que le demos la lata si nuestra oración va encaminada a que nuestra vida esté inundada de amor y misericordia, no se va a incomodar ni a molestar para nada. Se derrite por nosotros y quiere que seamos pesaditos en este tema. 
Por eso, Él también es muy insistente y nos da la lata, llamando a nuestro corazón para que le dejemos entrar en nuestra vida y queramos el bien y la justicia que Él quiere.


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