jueves, 10 de julio de 2014

DÍA DE SAN CRISTOBAL, PATRÓN DE LOS CONDUCTORES

Hoy es día de San Cristóbal,
conocido como San Cristóbal mártir, 
y considerado
PATRÓN DE LOS CONDUCTORES.
La tradición católica lo describe como un gigante cananeo, que tras su conversión al cristianismo ayudaba a los viajeros a atravesar un peligroso vado llevándolos sobre sus hombros.

Una LEYENDA popular afirma que en una ocasión, ayudó al niño Jesús a cruzar el río; sorprendido por el peso del niño, éste le explicó que se debía a que llevaba sobre su espalda los pecados del mundo, tras lo cual bautizó al gigante y le encomendó predicar. El nombre de Cristóbal (="Portador de Cristo") le vendría de esta hazaña.


En la tradición ortodoxa, la leyenda describe a Cristóbal como un bárbaro de singular tamaño, proveniente de una tribu bereber, que fue ejecutado bajo el emperador Decio por predicar la fe cristiana, tras haber realizado numerosos milagros. Para las iglesias ortodoxas, la historicidad de Cristóbal no está en duda.
Me ha parecido una buena ocasión para colgar en el blog este código de circulación cristiano, realizado por JAVIER LEOZ, con unas cuantas modificaciones para hacerlo más entendible y acercarlo más a todos.


En la vida siempre hay un peligro indefinido. Estemos atentos y no confundamos nunca el bien con el mal.
image004.jpg (1989 bytes) Dejemos que en nuestro camino se incorporen algunas personas. Seremos más felices y nunca nos sentiremos solos.
Dejémonos guiar por la técnica que hace más seguro nuestro camino. Pero no creamos que todo lo que nos ofrece la ciencia es correcto y bueno.
     No nos dé pena dar las vueltas que sean necesarias para defender la verdad. Recordemos que es la constancia del agua la que rompe la roca. 
Levantemos las barreras de nuestro orgullo y de nuestras falsas seguridades. Nadie es dueño absoluto de la verdad sino Dios.
  No echemos humo ni nos enfademos cuando las cosas no nos vayan bien. Pensemos que después de la noche viene el día. "El día siguiente" es un buen remedio para los fracasos momentáneos.
  Soñemos con alcanzar los más altos ideales. Nunca nos demos por vencidos cuando se trate de escalar hacia aquellos valores que merecen la pena.
   No nos salgamos del camino trazado por la justicia y la solidaridad. No hay peor cosa que aquellos que comienzan algo y, por la presión del entorno, no lo llevan a cabo.
   No nos hundamos cuando la vida se nos haga cuesta arriba o cuesta abajo. Es cuestión de poner el freno de la paciencia y la vitamina de la audacia.
   En tiempos de estrecheces no desesperemos. Pensemos que no hay mal que cien años dure y, además, Dios aprieta pero no ahoga.
No nos arrepintamos nunca de haber trabajado por alguien o por algo. Dejan huella los que construyen, no los que dinamitan. El amor nunca muere.
 Vayamos siempre con precaución por la vida. En cualquier momento una persona puede cambiar el rumbo de nuestra felicidad. Puede ser para bien... o para mal. Recordemos que hay mucho lobo con piel de cordero.
  Nunca dejemos de ser “un poco -o un mucho-  niños”. Veremos que siempre queda algo por aprender, algo por escuchar y algo por lo que soñar. No nos importe ser los últimos en las cosas del mundo y los primeros a la hora de servir.
  Pensemos que, antes que nada, somos personas. Conduzcámonos como tales. No vence quien grita, sino quien convence con su testimonio y comportamiento.
 Cuidemos nuestra alimentación. De vez en cuando procuremos comer algo que nos llene el corazón y la mente de paz y de felicidad. Además de no pesar, ayuda y anima. No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita para ser feliz.

  En nuestras opiniones e ideas, a la hora de defenderlas, seamos constante y guardemos las distancias necesarias con aquella que pretende anularnos.
  Seamos siempre coherentes en nuestros principios. No digamos primero “Sí” y luego “No”. El “ser veleta” no es una buena opción en la vida de un cristiano.
  No nos paremos nunca a la hora de defender la verdad y el buen entendimiento.
  No insultemos a nadie de nadie. Seamos respetuosos a la hora de exponer y proponer nuestro pensamiento. Seamos tolerantes. Las cosas cuando se proponen entran mejor que con la imposición.
  De vez en cuando paremos y pensemos un poco en nuestra vida, en lo que hacemos y en por qué lo hacemos. Pasan los días... y no tienen vuelta. ¿Dónde está nuestro tesoro? ¿Dónde tenemos puestos los acentos de nuestra felicidad?
Aun cuando a veces tengamos razón, dejemos espacio para el otro. La verdad es más grande y firme cuando se descubre en dos direcciones.
 Cuando tengamos que decir que NO que sea un NO convencido y meditado. Que nada ni nadie pueda condicionar nuestras decisiones basadas en la sinceridad, la transparencia o el trabajo bien hecho.
 Si creemos que no tenemos que caminar en una dirección para alcanzar la felicidad, que nada nos impida girar en sentido opuesto. Recordemos que no siempre el camino que nos indican es el camino que nos conviene.

 Cuando a la hora de decidir veamos dos caminos, optemos por aquel que menos ansiedad nos vaya a producir y, sobre todo, por el mal menor que nos vaya a causar.
  Cuando nos fallen los amigos y hasta las promesas del mundo, sujetémonos y agarrémonos a la FE en Dios. Él nunca nos fallará. No solamente es un buen cinturón de seguridad sino, además, un buen seguro para toda la vida.
image052.jpg (2083 bytes)  Si pensamos que en la vida todo es oscuridad, recemos para que Dios sea nuestra luz y nuestra claridad. Las dificultades se iluminan  más y mejor cuando se mira hacia Él y se hacen grandes e insoportables cuando nos empeñamos en solucionarlas por nosotros mismos.
  Si nos ofrecen caminos rápidos para alcanzar el poder y la fama, el dinero o la riqueza... valoremos los riesgos que trae eso consigo. La riqueza que viene deprisa suele marcharse con la misma velocidad con que llegó.
  Si nos invitan a recorrer senderos que llevan a la ruina y a rebajarnos en nuestra dignidad personal, profesional, social... que seamos capaces de poner los límites necesarios. ¡No a las oscuridades! ¡Sí a ser "hijos de la luz”!
  Cuando nos falten las fuerzas para seguir adelante, miremos a nuestro corazón, elevemos una oración y ya Dios hará lo demás.
No pensemos que la vida sólo es para trabajar. Descansemos y contemplemos la naturaleza. Disfrutemos de todo lo que podamos contemplar y admirar.
   Cuando nos animen a llegar siempre el primero, pensemos que no es más listo quien más corre sino quien, en equipo, llega hasta el final de la meta. La vida cristiana es un camino hacia Dios.

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